domingo, 3 de agosto de 2008

EN LAS ENTRAÑAS DE PESCADERO ITUANGO

Informe de prensa publicado este domingo en el periódico El Colombiano, escrito por nuestro paisano Gustavo Adolfo Gallo Machado, fotos de otro paisano nuestro, Donaldo Zuluaga Velilla, en los siguientes vínculos:

http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/D/desde_las_entranas_de_pescadero_ituango_debera_estar_listo_en_el_2018/desde_las_entranas_de_pescadero_ituango_debera_estar_listo_en_el_2018.asp?CodSeccion=19

http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/L/la_riqueza_de_orobajo_es_el_rio_cauca/la_riqueza_de_orobajo_es_el_rio_cauca.asp?CodSeccion=19


"Hace cuatro años que la familia García Flórez vive al lado del puente Juan de la Cruz Posada, también conocido como Pescadero, que une a los municipios de Ituango y Toledo. Esta es una de las zonas que inundará la represa más grande del país". Foto de Donaldo Zuluaga Velilla.


"Orobajo, en Sabanalarga, es una de las dos veredas que inundará las aguas del río Cauca cuando se construya la represa. En este pequeño poblado viven 41 hombres y 36 mujeres que se dedican exclusivamente a sacar oro del afluente". Foto Donaldo Zuluaga Velilla.


"Desde muy temprano, y todos los días, los habitantes de Orobajo van a las orillas del río Cauca a esculcarle el oro que baja. Luz Aída López, explica que a sus cuatro hijos les ha enseñado a encontrar el metal entre los desechos que arrastra el río que, en ese cañón, baja estrecho. La inquietud, que se convierte en temor, es que si trasladan la vereda no saben a qué se van a dedicar, pues siempre han trabajado la minería". Foto Donaldo Zuluaga Velilla.

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He aquí los informes:

"Desde las entrañas de Pescadero Ituango

LAS COMUNIDADES VECINAS a la hidroeléctrica en la que se invertirán 2.400 millones de dólares no dimensionan lo que se les viene. EL COLOMBIANO recorrió la zona y habló con ellas.


Gustavo Gallo Machado
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Ituango

Publicado el 3 de agosto de 2008

Los verdaderos dueños del proyecto hidroeléctrico más ambicioso de Colombia viven en medio de montañas imponentes, en las que la geografía dibuja formas caprichosas, paisajes asombrosos.

Entre las montañas que albergarán la segunda represa más grande de Suramérica, la de Pescadero Ituango, están quienes esperan que por fin la ilusión cultivada durante muchos años empiece a concretarse. En el megaproyecto muchas personas cifran la esperanza de redención económica y social de una zona particularmente olvidada de las decisiones de gobierno, en la que la inversión es casi nula y a cuyos habitantes les queda la lucha por la supervivencia en condiciones desventajosas.

Desempleo, pobreza, hambre, desnutrición, problemas de violencia hacen parte de la cotidianidad de las comunidades que ven, con esperanza, el sueño del progreso, así se tarde unos años más.

Hoy toda esta región del Norte Lejano y de la cuenca media del río Cauca, en el departamento de Antioquia, tiene en su agenda el referente de la represa Pescadero Ituango, para salir de los atolladeros en los que los ha sumido el abandono sempiterno que padecen.

El proyecto ya no se ve como un imposible. En los municipios de influencia de la obra todos o casi todos hablan de lo que significará para las regiones. Ituango, Toledo, Sabanalarga, Peque, Briceño, Yarumal, Liborina, San Andrés de Cuerquia y Buriticá serán tocados de una u otra manera por la represa.

Los municipios de la zona de influencia hacen cuentas de los ingresos que recibirán de una obra que les cambiará la vida. Por ejemplo, las autoridades de Ituango proponen a Empresas Públicas y al Idea que adelanten las regalías de los dos primeros años para, en el caso de este municipio, hacer inversiones en electrificación ya que solo el 26 por ciento el municipio cuenta con energía eléctrica. Es una forma, dicen, de que la gente empiece a palpar el proyecto.

EL COLOMBIANO recorrió el corazón del cañón del río Cauca, que le dará forma a la hidroeléctrica Pescadero Ituango. En Orobajo, Sabanalarga, los 77 habitantes de la vereda tendrán que salir porque el pequeño poblado quedará inundado.

En el corregimiento El Valle, de Toledo, las 42 familias saben que el futuro del lugar cambiará radicalmente.

Y en Pescadero las cuatro familias que viven a orillas del Cauca saben que la vida les cambiará pero no lo dimensionan. Lo mismo dicen en la cabecera de Ituango, donde muchos habitantes sueñan con un mar en su jurisdicción.

De la pelea por la mayoría accionaria entre el Idea y EPM poco saben. O no les importa. Lo que sí les inquieta es que, a la vuelta de un año, el paisaje y su cotidianidad cambiarán. ¿Para bien? ¿Para mal? Son muchos los que dicen que para mejorar porque una megaobra como esta traerá progreso e inversiones cuantiosas.

Allá abajo, en las entrañas del cañón del Cauca, confían en que la vida sea más sencilla en 10 años, cuando la hidroeléctrica empiece a generar energía para todo el país".
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"Deberá estar listo en el 2018
La inversión del proyecto hidroeléctrico Pescadero Ituango está calculada en unos 2.400 millones de dólares y tendrá una capacidad de generación de electricidad de 1.200 megavatios.

La megaobra sumergirá los poblados de Orobajo (Sabanalarga y Barbacoas (Peque), donde habitan hoy 250 personas y que producirá un gran movimiento poblacional con 10.000 empleos que pretende generar en los picos más altos.

La viabilidad financiera de la hidroeléctrica se dio luego de resultar favorecida con la asignación del cargo por confiabilidad en la subasta organizada por la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg).

Los socios de la obra son el Instituto para el Desarrollo de Antioquia (Idea), con el 51,70 por ciento de las acciones, y Empresas Públicas de Medellín (EPM) y otras entidades con el 48,29 por ciento".
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"La riqueza de Orobajo es el río Cauca

EN ESTA VEREDA de Sabanalarga hay 77 personas que viven del oro. En El Valle de Toledo esperan progreso y en Pescadero no saben lo que se les viene encima.


Gustavo Gallo Machado
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Orobajo, Sabanalarga

Publicado el 3 de agosto de 2008

Son las nueve de la mañana y el caserío Oro Bajo parece un pueblo fantasma. Dos mujeres, Catalina Valle y Hermilda Feria, además diez niños y el profesor Hernán Darío Toro son los únicos que permanecen en el poblado, en sus quehaceres. El resto, 64 personas, están a unos metros de allí, en las orillas del río Cauca, lavando arena, ropa sucia y todo lo que arrastra el afluente, para extraer oro.

Desde 1618, cuando se dice que se fundó Orobajo, a eso se dedica la gente en lo que fue un próspero corregimiento donde literalmente el preciado metal caía de los techos y la riqueza abundaba.

Pero eso es historia, dice Ovidio Zapata Valle. Es un hombre mediano, descamisado, que pregunta, inquieto, por el futuro de su pueblo, de 25 casas de bahareque y paja, cuando construyan la represa.

Le han dicho que lo van a trasladar, pero no está seguro. Confundido, recuerda que su mamá Catalina le contó que sus papás la levantaron con el oro del río, que lo mismo le ocurrió a sus abuelos y así a todos sus ancestros. Entonces, ¿cuál es su futuro?

"El río pasa por aquí desde que mi Dios creó el mundo. Y gracias a esa bendición sacamos oro y pescado. Es decir, plata y comida. ¿Qué nos va a pasar a nosotros, entonces?", vuelve a preguntar.

La economía local gira en torno al metal dorado. Al día, cada persona pasa siete horas aguantando sol para sacar siete castellanos de oro que, en el mercado, vende a 9.000 pesos.Unos cuantos cultivos de maíz, yuca, plátano y caña hacen parte de la incipiente agricultura que florece en ese cañón del Cauca.

Hay una tienda donde se vende cerveza y unos cuantos productos básicos. El resto, el mercado y la ropa, los tienen que comprar en los municipios de Sabanalarga, Toledo o Ituango, que quedan a entre 10 y 15 horas de camino empinado, a caballo.

En el caserío queda un pequeño centro de salud, sin enfermera; una escuela, que cuenta con energía desde 1998; y un sistema de acueducto y riego establecido desde el año pasado. La modernidad la aportan unos cuantos teléfonos celulares que solo tienen señal al lado de la cancha de fútbol o con una antena especial. No hay capilla, no entra la televisión, no hay carreteras, tampoco hay puente, ni siquiera una garrucha para cruzar el Cauca.

Todo eso cambiará para Orobajo, cuando lo trasladen, dice el profesor Hernán Darío Toro, porque quedaría en un mejor sitio, más cerca a Sabanalarga. Lo malo, asegura Luz Aída López, una madre que lava todo lo que baja el río color cobrizo, es que allí la gente solo sabe esculcar arena para encontrar oro.

Lo mismo opina Dora Viviana Molina, una joven de 18 años que, con siete meses de embarazo, aguanta un sol calcinante para ganarse el jornal. Más abajo están los hombres, unas cuantas mujeres y otros niños que, aferrados, a un madero pelean con las corrientes del Cauca.Así transcurre la vida en Orobajo. Lo único que cambia es el clima que, por estos días, trajo más lluvia, más plagas y más oro.

Lo que sigue, para los orobajeños, es seguir escarbando en la ribera del serpenteante afluente, porque, como dice Ovidio, mientras siga dando pescado y oro, la vida continuará.

Y como nadie les ha dicho que se tendrán que ir de una aldea de más de 400 años de historia, ahí piensan permanecer, como sus antepasados".

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