viernes, 10 de octubre de 2008

"DESAHOGOS POR LA MUERTE DE NUESTRO PAPÁ HUBERTO"

Un hermoso y sentido texto escribió nuestra compañera Alodia Macías para lamentar la muerte de su señor padre. Nos permitimos reproducirlo como un homenaje a la memoria de este ituanguino ejemplar:

"Desahogos por la muerte de nuestro papá Huberto


Señor, venimos hoy a entregarte el dolor de todos los integrantes de esta familia, la que representó siempre de muy buena forma Huberto Antonio Macías Carvajal.

Te entregamos este sentimiento de inutilidad por la pérdida del hermano, esposo, padre, abuelo, amigo que para nosotros siempre fue.

La familia Macías hoy está de luto. Un luto tranquilo ya que no está contaminado con sentimientos de culpas, por lo no dicho, no servido o no actuado. No contaminado por sospechas, rabias o deseos de venganza con nada ni con nadie. Es un dolor por la perdida del papá querendón y hasta cierto modo cómplice de sueños tanto de hijos como de nietos y amigos. Más bien, es gratitud hacia Dios porque nos permitió tener la dicha y la tranquilidad de que cuando decidió llevárselo tomó el medio que más satisfacción le produjo a Huberto, la naturaleza misma, esa que se disfrutó al máximo y la que siempre trató de ofrecerla a su gente. Una naturaleza que es madre y que como madre tenemos que respetar.

Recordamos a un hombre que utilizó el agua para regar las plantas, alimentar animales, cultivar los peces y llenar piscinas. Todas ellas miradas desde el punto de vista del goce propio y de otros. Un hombre que siempre lo vimos recogiendo las basuras y ubicando recipientes para que no fueran a parar en lugares no aptos y evitar así la contaminación del agua y su medio ambiente. Nunca temió de sembrar y sembrar árboles, podarlos, trasplantarlos. Cultivó jardines, colocó música y charló con los visitantes y amigos en su finca, la del río.

Recordamos a un papá exigente pero también amoroso que gozó poniendo las adversidades no como tragedia sino como oportunidades para nuestro beneficio. Por eso cuando el río otras ocasiones le tiró piedras, arena y mucha agua, él aunque con lágrimas en sus ojos porque se le dañó lo que le llevó años construir, tomó esa agua para encausarla nuevamente, tomó la arena y reventó piedras para que sirviera como material para construir puentes y lo económicamente producido por su venta sirviera para reconstruir de nuevo lo ·perdido·.

Recordamos a un esposo que conformó un equipo con su esposa para siempre enseñarnos que cada día tiene que ser mejor, que trabajar nunca es deshonra, que cuidar gallinas es una opción y sacarle la miel a las abejas es bien dulce aunque sus aguijones nos hinchen la cara; que engordar un cerdo era la esperanza para comprar nuestros cuadernos, uniformes o regalarnos un "estrén" en semana santa, el día de la virgen o en navidad. Que cuando se nos inundaba nuestra casa no era una tragedia sino una oportunidad para lavar y cargar la arena que el agua nos traía y así poder hacer adobes de concreto; cargar y picar piedra eran opciones simples y un poco agotadoras pero más maravilloso era, más adelante, construir nuestra propia casa y disfrutar de ella. Que tener nuestra casa fue una meta por lograr lentamente pero sin pausa. Mientras tanto, en el patio, la arena que lavábamos la tuvimos como nuestro laboratorio para cultivar tomates, lechugas (especie de cultivo hidropónico), y también nuestra oportunidad para hacer túneles o construir castillos con la misma. Tener casa siempre ha implicado poseer un pequeño espacio para vender obleas, jugos, cremas, bolis, aguacates, mangos, mandarinas, sierres, hilos y forrar hebillas y botones; ¡qué bendición!.

Con maestros como nuestro padre y madre, hemos aprendido que la lúdica es el recurso más maravilloso para trabajar sin darse cuenta de ello; aprendimos que trabajar también es un placer, que jugando nos integrábamos como familia, y también jugando aprendíamos y compartíamos con nuestros vecinos. ¿O será que siempre trabajamos y creemos que estamos jugando?.

Con maestros como Huberto y Morelia, fue como aprendimos que para soñar no se necesitan alas. Con maestros como ellos aprendimos a ser Familia y que familia significa equipo, que el equipo no necesita estar en un mismo sitio para construir hacia un bien común; con maestros como Huberto Macías y Morelia Echeverri, fue que aprendimos que los equipos son fuertes en la medida que sus integrantes ponen al servicio sus conocimientos, fortalezas y habilidades. Que no es necesario hacer equipos de iguales, por el contrario un equipo es fuerte en la medida que las diferencias de cada uno nutren y enriquecen al mismo.

y.... así sucesivamente, hoy apenas es el momento en donde nos ponemos a revalorar todo ello naciéndonos un afán por escribirlo y por contarlo. Escribirlo como un modo de desahogo y contarlo para que otros que quizás viven experiencias parecidas de Hogar-Escuela y maestros, comprendan lo rico de ser y hacer parte de todos ellos.

Ituango, 1 de octubre de 2008


FAMILIA MACÌAS ECHEVERRI




Alodia Macías Echeverri -- Alegría de Vivir" ---

No hay comentarios: